Con registros de lluvias muy por debajo de lo normal en la cuenca de la hidrovía Paraná-Paraguay, la histórica bajante del río Paraná comenzó a hacer sentir sus consecuencias, entre ellas, sobre el transporte de la cosecha gruesa, alargando los tiempos de carga y reduciendo los volúmenes: por buque esto puede significar entre 6.000 y 7.500 toneladas menos, de acuerdo a un relevamiento de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Según datos de Prefectura Naval Argentina, el pasado martes 7 de abril -a la altura del Puerto Rosario- el río apenas alcanzaba el metro de altura, muy por debajo del mínimo de 2,47 metros que debe registrarse para que pueda garantizarse el 90% del tiempo los 34 pies de calado.

Y los pronósticos para los próximos días no son alentadores, ya que la escasez de lluvia registrada durante el verano se prolongará este otoño. Y, en el corto plazo, el Instituto Nacional del Agua prevé niveles aún más bajos: 0,98 para la semana próxima y 0,90 más cerca de fin de mes.
Por su parte, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) advertió sobre la “bajante extraordinaria del Paraná” y el “alto impacto ambiental, productivo y sobre los puertos exportadores del Gran Rosario”. En ese marco, el organismo señaló que “el fenómeno ocurre en todos los ríos de la cuenca del Plata: Paraná, Paraguay, Uruguay e Iguazú”, y que las lluvias de hace tres días en el norte y Paraguay “no brindaron un aporte significativo”.