Se llama Bo-Tito y es un robot de juguete sin armas, con facciones amigables. La novedad es que sus partes están hechas con desechos plásticos de envases de shampoo, picos de detergente, tapitas o recipientes de jarabes. Daniela Czajkowski y José María Rodríguez, quienes comenzaron este emprendimiento familiar hace dos años en la localidad de Carmen, aseguran que por sus características es único en el país y en Sudamérica. Con un plus casi inigualable: cada pieza final es única e irrepetible.
“Elegimos el residuo sólido urbano y el residuo sólido plástico. Aprovechamos la concientización y que ya hay una movida por las tapitas, o las mismas embotelladoras que reciclan envases. Pensamos qué hacer con los cuerpos de otros productos, como shampoo, cremas de enjuague y detergentes, que demoran cerca de 400 años en degradarse y generan contaminación en un vertedero a cielo abierto. Además, queríamos algo que aporte y eduque a simple vista. Así nace el robot”, indicó Rodríguez.
Además del “ecoguardian”, contaron los emprendedores, existe una alternativa para llegar a escuelas e instituciones de la zona: los kits educativos. Con piezas perforadas y un cordón elástico que las une, siguiendo el instructivo se enhebran las tapitas, se tensa el cordón y se hace un nudo para que quede armado. “Lo generamos para que eduque a simple vista. No sólo de diseño o arte. Pretendemos a través de esto, en charlas o talleres en escuelas o instituciones, que entiendan lo simple que vemos todos los días. Una tapita no hace nada, un conjunto hace un objeto. Si nosotros nos comportamos colectivamente, podemos hacer cosas muy importantes”, destacaron.
Fuente: Diario El Informe / Transmedia VT