Cuando el país vivía horas convulsionadas por el homicidio de Micaela García, asesinada por un violador, y atravesado por la polémica que generó el decreto del gobierno de Santa Fe para revertir irregularidades en la aplicación de las salidas transitorias de reclusos, el ministro de Seguridad de la provincia, Maximiliano Pullaro, advirtió que el criterio de los jueces era “laxo” y pidió que emitan fallos acordes a la realidad del país y no “para la academia”.
Tras la publicación de la nota en REGIÓN y su correlato en redes sociales, en medio de comentarios de todo calibre aparecía -como uno más- Jorge Alberto Lagna, actual secretario de Gobierno de la Municipalidad de Venado Tuerto y dos veces diputado provincial (PJ, 2003-2011). Lo hizo para recordar que fue autor de un anteproyecto de ley -junto al diputado Alberto Monti- que proponía la castración química en forma voluntaria para los condenados por abuso sexual y en forma obligatoria para los que hayan reincidido en ese delito.
Consultado por REGIÓN, Lagna reconoció que la iniciativa no obtuvo apoyo “ni de nuestros propios compañeros”, aunque sí generó mucho debate en los medios de comunicación. “Por más que la gente quiere que se linche a los violadores, creo que tiene que primar el sentido de derecho; si con eso se baja un solo reincidente, ya hay un resultado positivo”, dijo, y apunto: “Creo que no hay coraje para debatir esto”. A continuación, la entrevista completa.
¿De qué se trataba la iniciativa?
Nos pusimos a trabajar en el tema de este delito, cuando también había sucedido un hecho muy fuerte como el caso de Micaela. En ese momento nos pusimos a buscar que se hacía acá y qué se hacía en otras partes del mundo. Lamentablemente nos encontramos con que acá se los trata (a los violadores) como casi delincuentes comunes; cumplen una pena y el nivel de reincidencia andaba por el 80 por ciento. Entonces buscamos en el derecho, comparamos y encontramos este tipo de tratamientos de la castración química, que es la aplicación de un fármaco que actúa sobre el deseo sexual y baja la lívido. Y creamos un programa interdisciplinario para intervenir sobre la reincidencia.
Era un programa integral que partía de la base de crear un equipo interdisciplinario que iba a llevar adelante un tratamiento que tenía dos partes: por un lado, tratamiento farmacológico con esta droga, y por otro lado, un tratamiento psiquiátrico y un seguimiento de las personas que accedían al programa. El sustento era que en otros lugares del mundo se venía aplicando desde 1946, en países desarrollados, y que el nivel de reincidencia bajaba.
Presentamos el proyecto con mucha documentación, pero hay en pugna dos derechos aquí: el derecho de las víctimas y el derecho a la intimidad del violador. Y en la pugna de estos dos derechos no dudamos en que optar por el derecho de las víctimas. Lo presentamos y, para nuestra sorpresa, no obtuvimos respuesta ni de nuestros propios compañeros, aunque sí hubo mucha respuesta de los medios de comunicación, con bastante apoyo.
¿Por qué cree que no prosperó en la Legislatura santafesina y el debate transcurrió sólo en los medios de comunicación?
Pretendíamos el debate, lo dimos en los medios, en medio de una fuerte corriente psicológica que dice que el violador es patológico y va a violar con cualquier cosa que tenga a mano. Del otro lado exhibíamos mas de mil fojas de documentación, que decía que la aplicación de este programa bajaba la reincidencia; no había una eficacia del 100 por ciento, porque nunca hay del 100 por ciento, pero tenía sustento en los países donde se estaba aplicando: Suecia, Suiza, Bélgica, algunos estados de EEUU. Hace poco, incluso, apareció la noticia de que el parlamento Rusia autorizó la aplicación de un programa de castraciones.
Respecto a la aplicación, existe media biblioteca a favor y media biblioteca en contra. ¿Cuál cree usted que es el mejor argumento a favor?
Por más que la gente quiere que se linche a los violadores, creo que tiene que primar el sentido de derecho; si con eso se baja un solo reincidente, ya hay un resultado positivo. Si los países desarrollados lo están aplicando por algo es. Nosotros pretendíamos que se debata el tema. Recuerdo un debate en los medios con una diputada socialista: el debate terminó en los derechos humanos del violador, cuando yo decía que hay que apuntar a los derechos de las víctimas. Creo que no hay coraje para debatir esto. En las cámaras (legislativas) tienen que exponer todos, los que están a favor o en contra. Pero estos temas tan importantes no se debaten.
El debate sobre la aplicación de la castración química se originó en Mendoza. ¿Tiene idea de cuál fue la evolución del tema en esa provincia?
No lo seguí porque en 2011 terminó mi mandato y me viene a asumir funciones al municipio. Es imperdonable que el Estado argentino no ponga atención en este tipo de delitos; son tremendos por sus secuelas en la victima y la conmoción social que genera. No se puede pretender encerrar a este tipo de personas y que cuando salga no vuelva a reincidir; es ingenuo.
¿Imagina que el no tratamiento legislativo en aquel entonces tuvo que ver con la denominada “corriente garantista” que primaba en ese momento dentro del ámbito de la Justicia?
A mí también me falto un poco de valentía, aunque puede ser; hay una mala utilización de los derechos humanos. Cuando se hace una norma siempre hay intereses en pugna, como en este caso, la protección del derecho a la intimidad, la salud del delincuente y el bien jurídico de las víctimas. Por eso en estos casos hay que optar que bien jurídico protegido es más relevante, y no hay duda de que hay proteger a las víctimas.
La llamativo es que en aquel momento ni siquiera se consideró todo el proyecto, porque el proyecto no se circunscribía a una simple inyección; hay un artículo, incluso, que habla de la información pública, para que se informe a los municipios, a la policía, que fulano de tal está bajo el programa y va a ser visitado por el equipo técnico. Pero todavía estamos a tiempo de debatirlo y tomar la posta en este tema. Ojalá alguien lo retome y espero que también se busquen otras alternativas.
