A través de una nota presentada en el Concejo Municipal, los vecinos del barrio Amancay solicitan a los ediles que se reabra el debate en torno al límite agronómico y se incorpore a todos los sectores involucrados, incluyendo las vecinales de los barrios periféricos, directamente afectados según su criterio.
Según publica hoy el diario Castellanos, plantean que “en pueblos donde los cultivos prácticamente lindan con la zona urbana, se han detectado numerosos casos de cáncer que son datos extraoficiales, por lo que sería interesante tener datos precisos y estadísticos oficiales a través del Nodo de Salud, para precisar el debate respecto a los problemas de salud que causan los fitosanitarios a los habitantes de esos lugares”.
A continuación, sugieren que “sería importante para nuestra ciudad y la zona, comenzar a planear un desarrollo urbano y un ordenamiento territorial donde se definan zonas de riesgo”, e insinúan que sería interesante poder “plantear alternancias productivas alrededor de las ciudades y los pueblos, en donde se promuevan huertas orgánicas que provean de frutas y verduras frescas a un costo menor”, y se encuentre la manera de fomentar estas actividades productivas de bajo impacto ambiental.
Proponen, además, “la construcción de cortinas naturales compuestas por tres filas de árboles de distinto porte y especie, teniendo en cuenta la dirección de los vientos, para que al momento de la fumigación cercana oficien de protección”. Para ello, insisten en la creación de un vivero municipal que pueda ser también un proyecto educativo, y que cuya principal finalidad sea la reforestación de la zona, primera medida para combatir el calentamiento global. “Se pueden pensar estos proyectos productivos y educativos acompañados por el INTA y la Universidad de Agronomía”.
“Somos partidarios del trabajo y la producción”, expresan en la misiva, “pero la producción no puede ser a cualquier costo y aquí es importante el rol del Estado en control de las malas prácticas respecto al manejo de fitosanitarios en los cultivos y en particular en la producción de soja, que cuando tenía precio alto se convirtió en monocultivo generando daños al suelo y a todo el entorno”.
Como conclusión, plantean que -desde la vecinal del barrio que representan- impulsan y promueven como modo de protección para los ciudadanos, 800 metros de resguardo desde el final de la zona urbana a la zona de fumigación.