A los innumerables inconvenientes que atraviesa la lechería, con los productores tamberos cobrando un valor por debajo de su producción y las inundaciones que han impactado fuertemente en el sector, las paritarias de esa industria sumaron otro capítulo a la polémica.
En las últimas horas, se firmó un acuerdo con la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera Argentina (ATILRA), que elevaría los salarios en torno al 40 por ciento, una cifra que suena muy elevada teniendo en cuenta que las empresas del sector no son ajenas al contexto de crisis, tal como lo reconoció la cooperativa SanCor recientemente.
Y aunque el pedido del gremio fue cuestionado por Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), pero finalmente logró el aval de al menos una parte de la industria: la de las firmas grandes. El Centro de la Industria Lechera (CIL), que agrupa a las grandes jugadoras del mercado como La Serenísima, SanCor, Dadone, Manfrey y Nestlé, rubricó el acuerdo que ahora el Ministerio de Trabajo deberá evaluar si homologa, en un contexto en que el gobierno central pretende una inflación que no supere el 20 por ciento este 2017.
El rechazo
En este contexto, la polémica se incrementó en las últimas horas luego de que la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas (APYMEL), difundiera un escrito que presentó ante autoridades nacionales y en el que expresa por qué no firmaron la paritaria, solicitándole además a la cartera laboral que no la homologue.
Dicho documento afirma que las pymes lácteas se bajan de la mesa de negociación, “por no poder afrontar el costo laboral que arroja el aumento pretendido”. Asimismo, recuerda que, producto de los anegamientos, “las pretensiones del sector sindical lucen desproporcionadas y desconectadas de la realidad por la que se está atravesando”; y que el pedido del gremio “excede ampliamente el porcentual anual inflacionario”.
